A los 13 años, mientras sus compañeras de clases pensaban en juegos y diversión, Karla (nombre ficticio) se preocupaba excesivamente por su físico y las burlas a las que era sometida como parte de un patrón de acoso escolar por parte de otros estudiantes.
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“Me llamaban gorda y Betty La Fea, y como me lo decían todos los días, me miraba al espejo y me sentía así. Yo era una chica que jugaba voleibol y siempre estaba activa, pero después de eso me obsesioné y me puse a hacer dietas estrictas para bajar de peso’’, contó la entrevistada.
La joven adoptó un régimen alimentario que, posteriormente, se convirtió en anorexia, un trastorno de la conducta alimentaria que se caracteriza por el miedo a ganar peso. A razón de este desorden, las víctimas dejan de comer, inician rutinas de ejercicios exageradas y/o abusan de laxantes y productos de este tipo.
“Yo buscaba mucha información por internet. Considero que la internet es muy peligrosa en cuanto a eso. Ahí estaban dietas estrictas que yo empecé, y así poco a poco fui eliminando la comida de mi vida”, apuntó la joven.
Lo que inició como una “dieta” momentánea, más tarde se convirtió en una pesadilla para la joven estudiante de 23 años.
Karla es tan solo una de las cientos de personas en la isla que han encarado algún trastorno relacionado con la ingesta de alimentos intensificado por el auge de las redes sociales.
Aunque las redes tienen sus aspectos positivos, se han convertido en una espada de doble filo para los pacientes.
En los últimos años, han tomado auge movimientos que, lejos de brindar soluciones a los pacientes, fomentan estos desórdenes.
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“Siempre he dicho a los participantes que si siguen algún artista o cuenta en Facebook o Tumblr que les hace daño o motiva a continuar el trastorno, es mejor que los elimine”, sostuvo la fundadora y presidenta de la Asociación Nacional de Desórdenes Alimentarios (ANDA), Sarai Ortiz. Una de las metas de la entidad es educar en las redes sociales en contra de estas enfermedades.
De hecho, redes, como Instagram, que han bloqueado hashtags alusivos a las enfermedades, por ejemplo #ana, alusiva a anorexia, y #mia, a la bulimia. Esa misma app, así como Pinterest, envían advertencias que animan a buscar ayuda profesional en caso de precisarla.
Ortiz relató que cuando publica fotos relacionadas con el padecimiento, recibe comentarios de cuentas fantasmas: “Yo quiero verme así”. “Creé el grupo en Facebook un poco para desviar esa atención”, detalló.
Alarmantes estadísticas
Se estima que una de cada cinco mujeres sufre un trastorno alimentario en algún momento de su vida. “Las personas tienden a pensar que uno de cada cinco es un número grande y es por el hecho de que piensan solamente en anorexia y bulimia, pero cuando buscamos comportamientos desordenados de la alimentación, entonces se expande porque incluye los que utilizan (con frecuencia) laxantes y enemas, cuántos se dan atracones”, explicó la fundadora de ANDA.
En los hombres, las estadísticas son más limitadas, por lo que las enfocan en pacientes. “Cuando buscan tratamientos, de cada diez pacientes, uno tiende a ser hombre”, estos se dan mayormente en deportistas que requieren un peso específico, como gimnastas y jinetes. También se han presentado casos de hombres que lograron bajar de peso, están en el gimnasio y pueden desarrollar conductas de trastornos alimentarios.
De acuerdo con datos de la Asociación Nacional de Trastornos de la Alimentación de los Estados Unidos (NEDA, por su siglas en inglés), el 57 % de las adolescentes mujeres que inician una dieta extrema deciden dejar de comer, vomitar, utilizar pastillas o purgantes con el fin de lograr su objetivo.
Asimismo, señala que jóvenes entre 15 a 24 años con anorexia tienen 10 veces más riesgo de morir que otras chicas de esta misma edad.
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“Hay que reconocer que es una enfermedad y es bien importante buscar ayuda. Los trastornos alimentarios te pueden llevar, incluso, a la muerte”, puntualizó la entrevistada, quien enfrentó una batalla con la anorexia.
Tal como el caso de Karla, la portavoz de ANDA detalló que, aunque existe la noción de que estas enfermedades responden a profesiones relacionadas con la belleza, muchos ocurren por traumas de la niñez y juventud. “Esos traumas, al no ser tratados, desembocaron en trastornos alimentarios, lo que vienen a ser casos más complejos, como tal”, explicó Ortiz.
Añadió que “hay traumas más fuertes, como haber vivido abuso sexual, maltrato físico, o ser testigo de un maltrato a otra persona”. Planteó que el desorden más común en Puerto Rico es el trastorno de atracón.
Conoce sobre algunos de los desórdenes:
Anorexia
De acuerdo con el manual diagnóstico de enfermedades mentales (DSM), para la anorexia la persona tiene que estar bajo peso y haber perdido la menstruación por tres meses, lo que según Ortiz “limita un poco el diagnóstico porque una persona podría estar sufriendo lo que son los síntomas de anorexia, excepto haber perdido la menstruación y por esa parte pueden no diagnosticarla completamente, sino que se diagnostica un desorden alimentario como síntoma o no específico”.
Bulimia
Según el DSM, una persona tiene bulimia cuando se provoca vómito después de comer al menos tres veces a la semana. “Los rasgos que puedes ver usualmente es que comen y rápidamente buscan ir al baño, lo hace comúnmente”.
“También, tanto en el caso de anorexia como bulimia pueden estar utilizando laxantes como método de tratar de limpiar el cuerpo”, señaló Ortiz, quien padeció de trastornos alimentarios que la motivaron a fundar ANDA.
Atracón
Aunque puede ser uno de los síntomas de la bulimia, el atracón puede ser por sí solo un desorden alimentario, con la diferencia de que la persona no busca una manera de eliminar esa comida.
“Cuando la persona empieza a comer compulsivamente sin detenerse, probablemente en un lapso de tiempo corto, digamos unos 15 minutos ,come una cantidad de comida y calorías que no es normal”, explicó Ortiz. Por ejemplo, una persona se coma un bizcocho “por un asunto emocional”, a comerse el bizcocho completo y un empaque de cereal.