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Aguacates: Del fruto al oro verde y fiebre mundial

Exploramos cómo el auge de los aguacates puede tener un impacto sobre el planeta Tierra.

No es solo una fruta; es un fenómeno cultural, gastronómico y económico que ha transformado métodos de cultivos y hasta los menús de restaurantes de alta cocina. El aguacate emerge como una de las frutas más populares y versátiles en la escena gastronómica internacional, conquistando paladares y mercados por su delicioso sabor y aportes beneficios para la salud.

De hecho, una de las principales razones detrás de la popularidad del aguacate es su reputación como “superalimento”. Es rico en grasas saludables, vitaminas, minerales y antioxidantes. Los beneficios para la salud son respaldados por la ciencia.

Además de su valor nutricional, el aguacate también ha capturado la imaginación de muchos por su versatilidad en la cocina. Desde guacamole y ensaladas hasta tostadas, batidos y postres. En fin, las posibilidades son infinitas, lo que lo convierte en un ingrediente imprescindible en la cocina contemporánea. Su cremosidad y sabor único lo hacen adecuado tanto para platos dulces como salados.

Sin embargo, el auge del aguacate no está exento de controversias. La creciente demanda de esta fruta ha llevado a preocupaciones sobre su impacto ambiental y social, especialmente en regiones donde se cultiva a gran escala.

En países como México —por ejemplo—, se dice que la expansión de los cultivos de aguacate inciden en la deforestación, la escasez de agua y otros problemas ambientales, mientras que en algunas comunidades productoras surgen conflictos sobre la tierra y condiciones laborales injustas.

A pesar de estos desafíos, el aguacate sigue teniendo una fuerza imparable en la escena gastronómica mundial.

A diferencia de otros países, en Puerto Rico se ve con buenos ojos el cultivo de los árboles frutales y de los aguacates. No obstante, se han señalado los monocultivos.

Las plantaciones de monocultivos son más susceptibles a los efectos de los desastres naturales, como huracanes y sequías. Por ejemplo, si una gran extensión de tierra está dedicada exclusivamente al cultivo de una sola especie, un evento climático extremo puede tener un impacto catastrófico en toda la cosecha.

De ahí la importancia de la educación basada en la agricultura agroecológica y promover los sistemas agrícolas más respetuosos con el medio ambiente y económicamente viables a largo plazo.

En ese contexto, la chef y educadora, Loumiry Sánchez, fundadora de la primera Academia Gastronomía Vegana en Puerto Rico, destacó que: “Cuando nos informamos podemos tomar decisiones conscientes de consumo, y a la vez, diseñar y gestionar sistemas agrícolas sostenibles”.

“El aguacate está teniendo este impacto a nivel mundial por el sobreconsumo, pues entonces como consumidor puedo contribuir reduciendo mi consumo individual. De la misma manera para mi restaurante, trato de diseñar menús que sean balanceados y evaluar los ingredientes. Es fundamental si queremos tomar mejores decisiones a nivel colectivo”, instó la también propietaria del restaurante vegano El Grifo en Caguas.

Por otro lado, la empresaria trae a la mesa que la industria de alimentos ha propuesto un estándar de que los alimentos siempre tienen que estar disponibles y esto provoca prácticas que no son sostenibles para suplir la demanda constante.

“La realidad es que los alimentos son de temporada. Hay algunas cosas que sí se pueden dar todo el año, pero hemos querido doblegar la naturaleza a nuestra demanda. En Puerto Rico la desnutrición de los suelos de nuestra tierra es un problema porque no vamos a poder producir comida. Nuestros consumidores tienen una percepción tergiversada de lo que es la disponibilidad de la comida, y por otro lado, afecta la economía porque seguimos dependiendo de lo que viene de afuera porque simplemente hay una tendencia de consumo equis…”, consideró la chef.

De acuerdo a los datos proporcionados por el secretario de Agricultura, Ramón González Beiró, aquí se consumen alrededor de 70 mil quintales de aguacates al año y se producen 12 mil quintales. La diferencia se importa principalmente de República Dominicana.

“La mayoría de la producción viene en junio, julio y en agosto. Agosto y septiembre son los meses más fuertes”, explicó.

Según González Beiró, el fruto se produce mayormente en zonas donde llueve por lo que no impacta el entorno.

“Con pocas excepciones hay cultivos en el sur, por ejemplo en Santa Isabel, donde hay algunos cultivos comerciales que tienen riego por goteo. Nuestro consumo de aguacate es distinto en gran medida al de muchos otros países que lo que consumen es en su mayoría es el aguacate Hass, de cáscara dura, que se utiliza para hacer el guacamole. Nosotros comemos más aguacate grande en tajadas”, señaló el secretario.

Por su parte el agrónomo José Zamora, del Servicio de Extensión Agrícola del Colegio de Ciencias Agrícolas, Recinto Universitario de Mayagüez, Universidad de Puerto Rico, aportó que los cultivos de árboles frutales son beneficiosos en múltiples aspectos.

A su juicio, la crisis con los aguacates “se da por la exportación y venta en otros países. La avaricia los lleva a sembrar grandes cantidades para exportación, por eso le dicen el oro verde”.

Fiebre en la gastronomía

Actualmente muchos restaurantes incorporan el aguacate en los menús como alternativa “vegana” o como una opción “más saludable”. Algunos de los platos más populares son las tostadas con aguacate y los aguacates rellenos con distintas proteínas.

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