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¿Cómo pedir la cuenta sin decir “primo” o “amigo” a los meseros?

Una mirada a los modales en la mesa

Pareja joven, en, restaurante
Mesero Foto Freepik

“¡Primo! ¡La cuenta, porfa!” o “¡Amigo, me cobra!” son frases que se escuchan a diario en restaurantes, fondas y chinchorros a lo largo de Puerto Rico.

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Aunque expresadas con familiaridad y sin mala intención, estas formas informales de llamar al mesero no siempre son bien vistas, especialmente en contextos más formales o cuando se busca fomentar una cultura de mayor respeto en el servicio al cliente.

Pedir la cuenta en un restaurante no debería ser incómodo, pero en muchas ocasiones, la falta de una cultura de etiqueta clara o simplemente el uso de modismos puede hacer que el momento se vuelva confuso o hasta grosero sin querer.

En Puerto Rico, el trato cálido y cercano es parte esencial de la identidad social, y por eso muchos clientes utilizan términos como “primo”, “amigo”, “jefe” o incluso chasquidos o señas para llamar la atención del personal.

Sin embargo, los profesionales de la industria de la hospitalidad están promoviendo maneras más respetuosas y eficaces de hacer esta solicitud.

“El trato amable y directo es ideal. Un simple ‘disculpe, ¿nos puede traer la cuenta, por favor?’ funciona en cualquier lugar y momento”, explica Carla Muñiz, gerente de un restaurante en Santurce.

“No hace falta apelar a la confianza si uno se dirige con cortesía y claridad”.

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Además, con la evolución de los espacios gastronómicos y la diversificación de públicos en la isla, los restaurantes —desde los más casuales hasta los más sofisticados— valoran un ambiente donde tanto el cliente como el personal se traten con profesionalismo.

El uso del “primo” o “amigo” puede percibirse como una forma condescendiente o invasiva, especialmente cuando se desconoce al mesero.

Otra alternativa discreta y común en muchos países es levantar suavemente la mano, hacer contacto visual y asentir, o colocar la cartera o tarjeta sobre la mesa en señal de estar listos para pagar.

Estas señales no verbales también son útiles y respetuosas, sobre todo en restaurantes concurridos.

Fomentar una cultura de servicio más empática también implica educar al comensal.

En palabras del chef y empresario Javier Rosado: “Pedir la cuenta no debería romper la experiencia gastronómica. Con respeto y educación, el servicio fluye mejor para todos”.

Aunque el calor humano boricua no está en discusión, un pequeño ajuste en las palabras puede marcar una gran diferencia.

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