En la barra

Diario de una bartender: Mi hijo y mi pasión

Ser mujer y trabajar detrás de una barra aún parece un oficio juzgado por la sociedad. Sin embargo, convertirse en ''barmaid'' le ha permitido darle lo mejor a su hijo.

(Por Lorna Fuentes, La Cubanita)

Ser madre soltera y bartender no es fácil. Mis días de trabajo comienzan y terminan con mi hijo. Por darle lo mejor es que yo escogí esta profesión que tanto amo.

Mis días normalmente comienzan cuando lo recojo a las 3:00 p.m. en la escuela, hacemos las tareas juntos, comemos y luego él me acompaña en el camino al trabajo con mi mamá y regresa dormido.

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Confieso que hay veces en la que se me rompe el corazón cuando me despido y él no quiere que me vaya. Luego de 10 horas de trabajo regreso en las mañana para levantarlo, prepararlo y luego dejarlo en la escuela.

El trayecto es de 10 minutos caminando, en el cual hablamos y jugamos usando la imaginación. Por dentro yo estoy muerta del cansancio y apenas puedo mover los pies, pero siempre lo llevo con buen ánimo para motivarlo esos días que no quiere asistir al salón de clases.

Mi nene es muy inquieto y al faltar muchas veces o llegar a última hora porque yo salía tarde, las maestras comenzaron a mostrarse molestas conmigo. No niego que muchas veces comencé a dudar si la carrera de bartender había sido una buena decisión. Pero la realidad es que gracias a mi oficio yo no me pierdo de nada en la vida de mi hijo; soy la primera persona que ve cuando se levanta, asisto a todos sus eventos, así como he podido proveerle una buena educación.

Justo cuando yo pensaba que no estaba haciendo las cosas bien, ya que la sociedad todavía no ve el bartending como una profesión y mucha gente juzga el que seas mujer trabajando en una barra rompiendo noches, mi hijo se graduó de kindergarten con alto honor.

La semana pasada mi nene me acompañó de camino al trabajo como de costumbre y me dijo después de un suspiro: “mamá, yo miro a todas las mamás de todos los niños y te veo a ti y pienso que tengo la mejor del mundo“. ¡Y claro, se me aguaron los ojos! Todos los sacrificios que hago, el trabajo que escogí tener, enfrentarme a los señalamientos, etcétera, valen la pena al final del día cuando él es quien me valida que como madre.

A pesar de no ser perfecta, estoy dando lo mejor de mí para él.

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