En un mundo donde la imagen tiene tanto peso como el sabor, los cócteles multicolores se han convertido en una forma de arte líquida. Pero más allá de tintes artificiales, bartenders y mixólogos están recurriendo a ingredientes naturales para teñir sus creaciones con los colores vivos que ofrece la tierra. La tendencia apuesta por lo saludable, lo sostenible y lo estéticamente audaz.
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Verde: frescura en estado líquido
El color verde evoca lo herbal, fresco y natural. Para lograrlo, ingredientes como la clorofila, el jugo de pepino, el perejil o incluso la albahaca fresca se convierten en aliados perfectos. En Puerto Rico, es común ver tragos que incorporan jugo de parcha con menta o albahaca para lograr un tono verde vibrante que además perfuma el vaso.
Un ejemplo local: un “Green Mojito” con ron blanco, sirope de albahaca y jugo de limón, coronado con espuma de menta y pepino.
Amarillo: luz tropical
El amarillo brillante de la piña, el mango maduro o la cúrcuma refleja el espíritu tropical. Este tono cálido es símbolo de energía y alegría, y en la coctelería representa la dulzura frutada con un toque exótico. El uso de cúrcuma fresca no solo aporta color, sino un matiz terroso que eleva combinaciones clásicas como el “Mango Mule” o el “Golden Daiquiri”.
Un clásico reinventado en la isla: ron añejo con jugo de piña colada, cúrcuma y un toque de miel local.
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Rojo: pasión a flor de copa
Remolacha, hibisco (flor de jamaica), sandía o fresa son ingredientes clave para lograr tonos rojos naturales y seductores. El hibisco, en particular, ha ganado popularidad en bares puertorriqueños por su perfil floral y ligeramente ácido, ideal para cócteles fríos y refrescantes.
Una opción elegante: gin con sirope de hibisco, agua tónica de frutos rojos y una ramita de romero.
Naranja: calidez cítrica
La china (naranja dulce), la papaya y el achiote ofrecen tonos anaranjados que transforman un cóctel en un atardecer bebible. Estos tonos se usan comúnmente en cocteles tiki o sours, aportando un balance entre dulzura y acidez.
Una propuesta atrevida: tequila infusionado con achiote, jugo de china y un toque de chile seco, servido en copa ancha.
Púrpura: misterio botánico
Uvas, moras, lavanda y col morada aportan matices violáceos que encantan a la vista y al paladar. La col morada, cuando se infusiona en soluciones ácidas como limón, transforma su color, creando efectos visuales mágicos. Algunos mixólogos usan este fenómeno para diseñar cócteles que cambian de color ante los ojos del comensal.
En la escena local, no falta el “Lavanda Collins”, con gin, sirope de lavanda casero y limón.
Azul: el más escurridizo
De todos los colores, el azul es el más difícil de lograr naturalmente. Sin embargo, la flor de guisante azul (butterfly pea flower) ha revolucionado la escena. Esta flor, utilizada en infusiones y siropes, otorga un azul profundo que cambia a violeta cuando se mezcla con ingredientes cítricos.
En Puerto Rico, algunos bares ya experimentan con infusiones de esta flor en tragos con ron o pitorro.
Coctelería sin artificios
El uso de ingredientes naturales no solo responde a una estética más consciente y sofisticada, sino que también refleja una preocupación creciente por lo que se consume. Al sustituir colorantes artificiales por elementos comestibles de origen vegetal, los bartenders revalorizan ingredientes locales y elevan la experiencia sensorial del trago.
La coctelería cromática y natural ya no es una moda, sino una forma de expresión que bebe del paisaje, la tierra y la tradición. En cada color, una historia; en cada sorbo, un matiz.