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¿Por qué dejamos propina?

La propina: un acto clasista, antidemocrático y remanente de la esclavitud

Por: Paul González Mangual

Cuando estamos en un establecimiento de comida y llega la cuenta, nos vienen a la mente varias preguntas que debemos analizar con cautela: ¿debo dejar propina? ¿qué cantidad debo dejar? ¿qué es lo socialmente aceptable? ¿será suficiente?

Sin embargo, la pregunta que nos debemos hacer en ese preciso momento va más allá de un cálculo o porcentaje, es simplemente cuestionarnos: ¿por qué dejamos propina?

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Para contestar esta pregunta, tenemos que indagar en sus orígenes. Para el siglo XV en Europa, era costumbre de la clase alta o la aristocracia, otorgar a modo de concesión un estipendio de dinero a las personas de servicio que eran consideradas pobres e inferiores. Esta práctica era muy común en la Edad Media, ya que los señores feudales tenían la costumbre de dar algunas monedas como gesto de humillación y mantener la línea de quien estaba en una posición de poder.

Esta práctica continuó a través de toda Europa, entre la nobleza y la servidumbre, y llegó a ser tema central de disturbios en Inglaterra. Para mediados del siglo XIX, los norteamericanos que visitaban Europa, comenzaron a practicar esta modalidad para demostrar su refinamiento y la llevaron de vuelta a Estados Unidos. Al principio, el acto de dejar propina no fue bien visto por los trabajadores, no tan solo por ser un acto clasista, sino que también su estatus económico, de esto convertirse en una norma, no le permitiría pagar por la comida y un estipendio adicional. Fue para esta época donde los movimientos anti-propina comenzaron a tomar tracción en el mundo y, es por esta razón, que en muchos lugares en Europa el dejar propina no esta bien visto. Sin embargo, la historia fue muy diferente en los Estados Unidos de Norteamérica.

Luego de la guerra civil, y la enmienda a la constitución para abolir la esclavitud, muchas personas de color terminaron en trabajos de servicio como meseros, servidumbre, barberos y trabajadores en la industria de transporte (algún parecido con la actualidad NO es pura coincidencia). En ese momento, sus empleadores no veían necesario pagarles un sueldo ya que los clientes les dejaban una gratificación por sus servicios. En otras palabras, estas industrias consiguieron una forma de mantener la esclavitud recostándose plenamente en las propinas.

A principios del siglo XX, hubo mucha controversia alrededor del tema de las propinas en los Estados Unidos, ya que éstas se podían ver como sobornos o una forma de influenciar el servicio con fines ilegales. Aunque se eliminó por unos años, y algunos estados rechazaron esta acción, para mediados de los años 20 las cortes supremas de los estados le dieron el visto bueno y rápidamente la práctica se popularizó a través de la nación.

Desde entonces, y desde el punto de vista legal, nada ha cambiado. En el 1938, se pasó una legislación donde los empleadores solo estaban requeridos a pagarle a los trabajadores un sueldo que, combinado con las propinas, fuera igual que el salario mínimo federal. En el 1970, buscando un poco de igualdad para los trabajadores de la industria restaurantera, se logró que el mínimo de sueldo que se le podría pagar a los empleados de servicio fuera de $2.13. Al día de hoy, solo siete estados requieren el salario mínimo federal antes de las propinas. En Puerto Rico, la ley dispone que si el patrono paga $2.13 y el empleado recibe un mínimo de $5.12 por hora en propina se estaría satisfaciendo el salario mínimo federal de $7.25. De lo contrario, el patrono tiene que subsidiar la diferencia.

Desde los años 70’s no ha habido muchos cambios en el panorama. Pero si nos vienen muchas interrogantes a la mente: ¿Por qué los meseros y bartenders pueden recibir un sueldo menor a diferencia de los cocineros y los trabajadores en la cocina? ¿Por qué las propinas tienen que ser para compensar un sueldo y no como una mera gratificación? ¿Por qué tenemos que mantener una tradición de antaño que carga tanta historia negativa? ¿Acaso no podemos pagarles justamente a nuestros empleados de servicio y simplemente mantener la propina a discreción del comensal?

En Estados Unidos y Puerto Rico, es costumbre dejar entre un 15% a un 20% de propina del monto total de la cuenta, antes de los impuestos. ¿Cómo llegamos a ese número como el justo o el necesario? Mientras tanto en los países latinoamericanos lo usual es dejar un 10% de propina y en países como China, Japón y Francia, está mal visto dejar propina. Por ende, ¿alguna vez te has preguntado porque es esto así?

Con la historia y las leyes de nuestro lado, podemos apreciar como el tema de las propinas es un acto clasista, injusto, antidemocrático y con remanentes de los tiempos de la esclavitud. Sin duda alguna, tenemos que repensar el modelo de compensación y gratificación que existe en nuestro país actualmente. Hay que analizar seriamente las leyes vigentes, las realidades de los trabajadores de la industria, explorar mediadas de equidad entre todos y poner presión a los cimientos de la industria para fomentar los cambios sociales, económicos y políticos que necesitamos.

Volviendo a la pregunta inicial: ¿debo dejar propina? La respuesta, por el momento, solo se contesta con la consciencia.

Paul E González Mangual es un escritor puertorriqueño que ama viajar y viaja para comer, y luego comparte historias sobre esas aventuras culinarias en su agencia de turismo gastronómico, FOODIEcations.

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